martes, 3 de junio de 2008

Cómo estas?

A la hora de saludar generalmente nos limitamos a decir hola, buenas tardes (días, noches…), cómo estas... El saludo se ha convertido en un mero formalismo, cuando preguntamos como estas no estamos interesados realmente en saber como esta aquella persona, simplemente queremos cumplir y seguir nuestro camino. Dicen que el verdadero amigo es aquel que cuando te pregunta cómo estas, espera tu respuesta.
Yo procuro que el saludo sea algo especial, que las personas se alegren aunque sea un poco, cuando llego. Cuando me preguntan cómo estas, contesto, "No tan bien como tú, pero ahí vamos..". A quien saludo de esta manera, generalmente no espera esta respuesta, paran un segundo sus actividades, piensa un segundo y después ríe un poco. Los que ya saben esta respuesta ya sonríen antes de preguntar o han aprendido a responder igual. Un compañero de trabajo contesta "No tan mal como tú..." lo que es también gracioso, pero es menos positivo por lo que prefiero la primera versión.



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domingo, 24 de febrero de 2008

El caso del precio

La verdad no se de donde lo tomé, seguro que no es mio, pero lo uso como si lo fuera. En mi tierra, a quien se lo digo sonríe, encadena dos o tres palabras y ya tema concluido, acá es diferente, mi cara que evidencia que no soy de aquí acompañada de esta frase, a la mayoría los deja con cara de signo de interrogación, a otros (los menos), les causa indignación y sorpresa; por ultimo a los mas des complicados, despiertos y rápidos demente, les causa gracia, me responden con otra frase igual o aun mas graciosa y tan contentos todos.
El caso es que cuando voy a cancelar alguna cuenta en una cafetería, un almacén de ropa, en cualquier lugar, siempre pregunto ¿Cuanto es y por qué tanto?
-Pero si aun no te he cobrado, -Porque nuestros productos son de gran calidad, etc.

Yo creo que todo surge de la vieja costumbre de pedir descuento que tenía mi abuela. Cuando la acompañaba a hacer mercado en la central de abastos, ella siempre pedía una reabjita en el precio, cualquier cosa y generalmente lo conseguía. Yo adopté esa costumbre y en casi todas partes pido descuento, lo que siempre es mas fácil si previamente ya hemos sonreído todos los presentes.

Para no ir más lejos, ayer acompañé a mi esposa y a una amiga a comprar zapatos, botas para ser mas exactos. Para mí, una pasta, 120€ y 100€ respectivamente. Después de la consabida prueba del calzado, de la caminata por todo el local y de varias miradas al espejo, llegó la hora de preguntar ¿cuanto es y porque tanto? A la buena mujer que nos atendía le ofrecí 200 por los dos pares y me dijo que no podía. Ella prefirió bajar las primeras a 110 y las segundas a 90. Para ella era un buen negocio y para mi también, aunque yo no las pagué. Lo que no hice fue cobrar mis 20€...

jueves, 21 de febrero de 2008

Y entonces...

Poco a poco fui tratando de recopilar en mi mente todo aquello que era evidente que era gracioso, para poder emplearlo después.

No podría decir que haya triunfado en la conquista de todos los públicos a los que me enfrenté, pero de seguro a mi esposa fue así como la enamore.

Ahora que vivo en otro país, como inmigrante que busca un mejor futuro y en el que las barrearas culturales son mas grandes de los que al abandonar mi patria me imaginé, procuro dejar una sonrisa en mis interlocutores, bien sea en la barra de un bar, en la taquilla del metro o en mi trabajo diario, donde sea.

No pretendo dar cátedra sobre este tema, sólo me gustaría dejar aclarar, explicar o simplemente dejar memoria de aquellas frases hechas, refranes y dichos que a diario uso.

Mañana la primera.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El origen de esta historia

Es muy fácil, o se es guapo, o se tiene mucho dinero o se es gracioso. Como ya podrá deducir Yo, ni guapo ni adinerado, así que a buscar como ser divertido.

Cuando era niño la Sra. Gladis, una de las amigas de mi mamá que se reunían todos los miércoles, no a jugar canasta o a tomar el té, a hacer manualidades y artesanías varias y a poner morado a todo Dios, destacaba por tener siempre listo un comentario gracioso o una canción a juego con lo que se comentaba. Por supuesto era quien llamaba la atención de los asistentes activos o pasivos como yo, que después de llegar del cole y hacer las tareas las escuchaba entretenido esperando alguna de sus divertidas salidas.

Después de asistir algunos años a este especial ritual de amas de casa, decidí que yo también quería ser así y divertir a mis amigos.